Bullying escolar
Juan nunca pensó que ir a la secundaria, al lugar donde él siempre creyó que se iba a aprender algo nuevo y a convivir con sus compañeros se iba a convertir en un infierno. Tampoco pensó que pasar al pizarrón se convertiría en un horror y que sin saber cómo ni desde cuándo sería la burla de sus compañeros. Así como Juan, en todas las escuelas hay cientos de niños que sufren acoso escolar por parte de sus compañeros. El acoso escolar es un tema muy importante al cual no se le da la importancia que se merece. No se tratan de simples agresiones verbales, suele afectar más cuando hay violencia verbal, psicológica, física y la sexual.
Son las 7:45 a.m. y las clases en la secundaria técnica #1234 comienzan, todos entran al salón 25 ubicado en la planta alta de la escuela, todos los alumnos están tomando asiento. Se escuchan risas, platicas y gritos en el salón, el profesor no ha llegado, a muchos les da emoción, pero a Juan no. Él empieza a sentir que su corazón late más rápido, se siente muy nervioso y no puede controlar ese miedo. Juan desearía estar en cualquier lado, menos en ese salón de clases, donde es víctima de apodos denigrantes, de burlas cuando él participa en clase, de rechazo en el recreo y de golpizas que sus compañeros de clase le dan saliendo de clases.
Para Juan esto ya es cosa de todos los días, él no puede defenderse, debido a sus 12 años, su comprensión es delgada y su estatura está debajo de la promedio con los compañeros de su salón, los cuales se aprovechan de esto. Juan vive con miedo de pasar al pizarrón, equivocarse y que sus compañeros se empiecen a reír de él, ya no quiere participar, mucho menos convivir con ellos.
A Juan no le gusta la secundaria, no porque se le haga difícil, sino porque siempre en los recreos él está solo, lejos de todos. Juan está en una banca, en la parte trasera de la secundaria, donde no hay absolutamente nadie. Se le ve sacar de una bolsa un sándwich que le dio su mamá. Para él ése momento de soledad es tranquilidad donde sus compañeros no le pueden hacer daño, pero esto no dura mucho porque se dio cuenta que las fechorías de sus compañeros hacia él ya empezaron; su sándwich tenía tierra y una hoja de libreta en la que le decían “ñango chaparro” “huesos de pollo” “basura”. Juan derrama lágrimas, era lo que le faltaba, ya no tiene hambre y no tiene dinero para comprar algo de la tiendita debido a que uno de sus compañeros se lo quitó con la excusa de que si no le daba diario $20.00 pesos le iba a poner una golpiza a la hora de la salida.
Juan se limpia esas lágrimas y se va al salón de clases, donde no hay nadie que pueda molestarlo e interrumpir ese momento de tranquilidad. Por su mente pasan miles de cosas, el miedo que le tiene a sus compañeros se ha convertido en odio y ese odio en venganza. Pero se frustra más al saber que él no puede hacer nada.
Se acabó el recreo y todos entran al salón de clases, Juan está sentado en la parte de atrás, no alcanzó lugar hasta adelante, donde él acostumbra sentarse muy cerca del profesor para evitar golpes o burlas de sus compañeros. La clase ha comenzado y el maestro les pregunta que quién quiere pasar a resolver una ecuación. Nadie quiere pasar, y el maestro decide pasar a Juan. Juan se levanta de su banca, va temblado, los nervios se han apoderado de todo su cuerpo y al momento de llegar al pizarrón a resolver la ecuación no puede resolverlo. Todo lo que él sabía se le ha olvidado, el maestro le comienza a llamar la atención diciéndole que debe poner más atención en clase, que si no sabe hacer ecuaciones no va a pasar al siguiente año. Juan está temblando, su corazón late más rápido y se ve muy pálido, sus compañeros le comienzan a gritar insultos y él comienza a llorar, ya no puede con eso. Quiere salir corriendo del salón y no regresar jamás, pero esto es imposible, porque se ve que de su entrepierna emana un líquido que recorre hasta sus rodillas. Todos sus compañeros comienzan a reírse, a gritarle cosas y muchos de sus compañeros le tomaron fotos con su celular. El maestro toma a Juan del brazo izquierdo y se lo lleva a la dirección para que llame a su casa para que vayan por él.
Ya en la coordinación Juan se siente un poco mejor porque sabe que ahí no hay nadie que lo pueda ofender y lastimar. Le dijo a la directora de la secundaria que se sentía muy mal y que por eso se había orinado. Su mamá ha llegado por él y decide llevarlo a casa a que tome el día para descansar.
Juan y su mamá han llegado a casa y Juan decide tomar un baño y se pone ropa más cómoda. No quiere comer y se va a su cuarto sin decir palabra alguna. Abraza a su almohada, comienza a llorar, está rezando, le está pidiendo a Dios que se lo lleve, que ya no quiere sufrir más con sus compañeros, por fin se ha quedado dormido y no quiere volver a saber nada de la escuela.
Juan no dice nada a su madre porque tiene miedo por las amenazas de sus compañeros, no le queda de otra más que seguir viviendo en el rezago. Juan quiere ir sin miedo a la secundaria y que sus compañeros no lo molesten. Juan sólo quiere que lo tomen en serio. Juan está harto del acoso escolar. Juan sabe que esto va a ocurrir otra vez.
No lo piensa 2 veces, escribe una carta despidiéndose de su madre y le cuenta todo, para cuando su madre lee la carta ya es muy tarde; él está muerto, se ha ahorcado en su cuarto y todo por las burlas y amenazas que le hacían en la escuela. Así como Juan hay miles de casos de acoso escolar que no se les toman cartas en el asunto. El acoso escolar se puede convertir en la pesadilla de un estudiante y caer en lo lamentable como en el suicidio al que llegó Juan por ya no querer aguantar las bromas y escuchar las burlas de sus compañeros.